sábado, 29 de noviembre de 2008

Las hadas harán el resto


Mientras barría la sala de mi casa, a la mañana siguiente de una salvaje juerga, encontré en el piso una mariposa muerta. Estaba en medio de las colillas y las chapas de cerveza. Era una mariposa nocturna común, de color pardo, de esas que se sienten irremediablemente atraídas hacía las fuentes de luz. Era tan sencilla, tan corriente. No multicolor como las diurnas, ni un ápice de majestuosidad que les sobra a las Monarca, por ejemplo. Era una simple mariposa de noche. Tan pequeña, tan muerta, tan sola. No me pareció justo barrerla en medio de los escupitajos de los orcos con los que había estado tomando cerveza. No. Fue mejor ir al jardín, ponerla debajo de una planta con pequeñas flores rojas. Empezaba a llover. La dejé ahí. De pronto, sin saber de donde, una hermosa mariposa blanca volaba bailando con la suave lluvia y luego se fue. “Las hadas harán el resto” fue lo que se me ocurrió al pensar en la mariposita parda. Nunca he visto un hada , quizás mis vibraciones son demasiado densas para alinearme al campo vibracional de estos seres, no sé. No las he visto, pero si las he sentido muchas veces: como suaves y perfumadas brisas, como rayos de sol, como verdor de hojas, etc.
Las hadas harán el resto.

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