martes, 19 de abril de 2022

Telar y Caballo (ejercicio 1)

Mientras estaba ocupada en su labor del telar, Alma ,la joven campesina, escuchó un barullo y el ladrido de los perros. Se levantó para ir a ver y encontró un hombre tirado en el suelo y su caballo al lado. Al acercarse más, vio que tenía el brazo derecho totalmente ensangrentado y casi no podía mantenerse despierto, por la pérdida de sangre. Lo levantó pasándole el brazo debajo de los hombros y lo llevó a su casa, donde lo recostó en el sofá. Luego llevó al caballo al corral. Después le lavó la cara al hombre y la herida. El forastero perdió el conocimiento un breve momento, cuando Alma le pasó un trapo húmedo por la cara. El hombre miró con curiosidad la rústica, pero impecable casa y exhaló algo aliviado. Le contó que se dirigía a Puerto Cerrado, el pueblo cercano, cuando fue abordado y asaltado por dos hombres que salieron intempestivamente de entre los árboles al lado del camino. Al intentar escapar le dispararon, hiriéndolo en el brazo. De pronto escuchó que los ladrones gritaban histéricamente y con desesperación, mientras se alejaban rápidamente en sus caballos señalando hacía un grupo de altos árboles. Luego todo se oscureció y cayó de su montura. La joven comprendió inmediatamente que lo que había asustado de esa manera a los ladrones era la criatura, nada menos. Entonces tuvo un ligero estremecimiento al recordar que cuando sale al lado del camino es que está hambrienta. Alma le preparó una sabrosa y reconfortante sopa de verduras al forastero, que tenía mejor semblante. Obviamente el somnífero que le puso era sin sabor, pero actuaba muy rápido. Ya no despertaría y tampoco sufriría, sería todo muy rápido. Lo importante es que la criatura saciaría su hambre y recibiría su ofrenda. Por el momento había tranquilidad en el bosque.

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