sábado, 26 de septiembre de 2009
viernes, 25 de septiembre de 2009
Carlos Oquendo y Amat (Puno,Perú, 1905 - Guadarrama, España,1936)
Poema
Para tí
tengo impresa una sonrisa en papel japón
mírame
que haces crecer la yerba de los prados
mujer
mapa de música claro de río fiesta de fruta
en tu ventana
cuelgan enredaderas de los volantes de los automóviles
y los expendedores disminuyen el precio de sus mercancías
déjame que bese tu voz
tu voz
que canta en todas las ramas de la mañana.
POEMA AL LADO DEL SUEÑO
Parque salido de un sabor admirable
Cantos colgados expresamente de un árbol
Arboles plantados en los lagos cuyo fruto es una estrella
Lagos de tela restaurada que se abren como sombrillas
Tu estás aquí como la brisa o como un pájaro
En tu sueño pastan elefantes con ojos de flor
Y un ángel rodará los ríos como aros
Eres casi de verdad
Pues para ti la lluvia es un íntimo aparato para medir cambio
moú Abel tel ven Abel en el té
Distribuyes signos astronómicos entre tus tarjetas de visita
POEMA SURREALISTA
DEL ELEFANTE Y DEL CANTO
Los elefantes ortopédicos al comienzo se volverán manzanas constantemente
Porque los aviadores aman las ciudades encendidas como flores
Música entretejida en los abrigos de invierno
Tu boca surtidor de ademanes ascendentes
Palmeras cálidas alrededor de tu palabra itinerario de viajes fáciles
Tómame como las violetas abiertas al sol.
Para tí
tengo impresa una sonrisa en papel japón
mírame
que haces crecer la yerba de los prados
mujer
mapa de música claro de río fiesta de fruta
en tu ventana
cuelgan enredaderas de los volantes de los automóviles
y los expendedores disminuyen el precio de sus mercancías
déjame que bese tu voz
tu voz
que canta en todas las ramas de la mañana.
POEMA AL LADO DEL SUEÑO
Parque salido de un sabor admirable
Cantos colgados expresamente de un árbol
Arboles plantados en los lagos cuyo fruto es una estrella
Lagos de tela restaurada que se abren como sombrillas
Tu estás aquí como la brisa o como un pájaro
En tu sueño pastan elefantes con ojos de flor
Y un ángel rodará los ríos como aros
Eres casi de verdad
Pues para ti la lluvia es un íntimo aparato para medir cambio
moú Abel tel ven Abel en el té
Distribuyes signos astronómicos entre tus tarjetas de visita
POEMA SURREALISTA
DEL ELEFANTE Y DEL CANTO
Los elefantes ortopédicos al comienzo se volverán manzanas constantemente
Porque los aviadores aman las ciudades encendidas como flores
Música entretejida en los abrigos de invierno
Tu boca surtidor de ademanes ascendentes
Palmeras cálidas alrededor de tu palabra itinerario de viajes fáciles
Tómame como las violetas abiertas al sol.
lunes, 14 de septiembre de 2009
Jorge Luis Borges - Poemas
El enamorado
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
Antelación del amor
Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la privanza de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida situándose en palabras o acallamiento
serán favor tan persuasivo de ideas
como el mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis ávidos brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha en la selección del recuerdo,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes,
Arrojado a la quietud
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera quizás como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo
sin el amor, sin mí.
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
Antelación del amor
Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la privanza de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida situándose en palabras o acallamiento
serán favor tan persuasivo de ideas
como el mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis ávidos brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha en la selección del recuerdo,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes,
Arrojado a la quietud
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera quizás como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo
sin el amor, sin mí.
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